La Magia De Pensar En Grande: Supere La “Excusitis” Y Diseñe Su Éxito
Deje atrás las excusas que frenan su éxito y aprenda a pensar en grande. Inspirado en La magia de pensar en grande y Los secretos de la mente millonaria, este artículo revela estrategias sorprendentes para desbloquear su potencial, tomar decisiones audaces y diseñar la vida que siempre soñó. ¡Descubra cómo un cambio de mentalidad puede generar resultados extraordinarios!
Johanna Castillo
8/15/20259 min read


El éxito comienza con creer en uno mismo y fijarse metas grandes. Quien piensa en grande, actúa en grande.
En La magia de pensar en grande, David J. Schwartz explica que la diferencia entre las personas que alcanzan grandes logros y las que se quedan en la mediocridad no radica en la suerte ni en talentos sobrenaturales, sino en la mentalidad y las acciones.


El autor nos presenta una imagen clara: nuestra mente es como una fábrica de pensamientos en la que trabajan dos personajes imaginarios: el Sr. Triunfo y el Sr. Derrota. El Sr. Triunfo produce ideas positivas, motivación y soluciones; el Sr. Derrota fabrica miedos, dudas y excusas. La calidad de su vida depende de a cuál de los dos decida escuchar más.
Schwartz advierte sobre una enfermedad común: la excusitis, la tendencia a justificarse constantemente. La persona que sufre de excusitis admite, aunque sea de forma inconsciente, que sus pretextos no son del todo ciertos, pero a fuerza de repetírselos acaba creyendo que son verdad.
Así que para tener éxito la clave es “vacunarse contra la escusitis” significa dejar de usar excusas como barreras para lograr tus metas.
Las excusas más frecuentes, según el libro, son:
1. Excusitis de salud: “No puedo porque mi salud no me lo permite”.
Schwartz señala que hablar constantemente de la mala salud hace que los demás lo vean como un quejumbroso crónico. Le resta energía a su imagen y aburre a la gente. El autor sugiere que, aunque tengamos problemas reales, no debemos convertirlos en nuestro tema principal de conversación.


2. Excusitis de edad:
La excusitis de edad, la enfermedad del fracaso de nunca tener la edad adecuada, se presenta en dos formas fácilmente identificables: la variedad “Soy demasiado viejo para empezar” y la versión “Soy demasiado joven”.
La excusitis de edad es pensar que uno es “demasiado joven” o “demasiado viejo” para lograr algo. Schwartz anima a no usar la edad como excusa, porque el éxito depende más de la actitud y la decisión que del número de años. Muchas personas han triunfado empezando tarde o siendo jóvenes, así que nunca es tarde ni temprano para pensar en grande y actuar con confianza.


“Aún te queda mucho corazón para conquistar tus sueños”
David J. Schwartz recuerda que a los 30 años aún tienes el 80 % de tu vida productiva por delante y, a los 50, un sólido 40 % —el mejor 40 % de oportunidades. Su mensaje es claro: si piensas que aún eres joven para lograr lo que sueñas, entonces lo eres. La mente actuará en consecuencia y buscará caminos para hacerlo realidad.
3. Excusitis de suerte: “Nunca he tenido suerte, todo me sale mal”.


Es cuando crees que para tener éxito necesitas tener suerte, y si no la tienes, piensas que vas a fracasar. Schwartz dice que mucha gente culpa a la mala suerte cuando no logra sus metas, pero en realidad la suerte es algo que llega gracias a estar preparado y actuar.
Por ejemplo, los empleados que lograron ascensos no solo esperaron que la suerte los ayudara, sino que trabajaron duro, tomaron la iniciativa y se esforzaron. En cambio, quienes solo esperan la “oportunidad perfecta” o que la suerte les llegue sin hacer nada, se quedan paralizados y no avanzan.
La indecisión es un gran enemigo del éxito; si no actúas, no vas a crear tus propias oportunidades. Schwartz dice que la suerte siempre ayuda a quienes deciden actuar con firmeza.
4. Excusitis de falta de preparación: “No tengo el título, la experiencia o los contactos necesarios”.


Schwartz señala que la mayoría de las personas subestima su propio poder cerebral y también el de los demás. Lo importante no es cuánta inteligencia tiene una persona, sino cómo usa esa inteligencia. Un optimista con un coeficiente intelectual promedio, por ejemplo 120, logrará mucho más que un superdotado pesimista, porque la actitud positiva y la determinación superan a la mera capacidad mental. El autor insiste en que la fuerza de voluntad, combinada con la disciplina para pensar y actuar, es el verdadero motor del éxito. La clave no está en esperar a “saberlo todo”, sino en usar lo que ya se sabe y seguir aprendiendo en el camino.


La gente mediocre se aferra a sus excusas como si fueran muletas, explicando por qué no comienzan, no tienen o no hacen. Sin embargo, la historia está llena de ejemplos de personas que podrían haberse excusado y no lo hicieron. Schwartz menciona figuras como Franklin D. Roosevelt, Harry S. Truman y Albert Einstein (a quien el libro refiere en su contexto), quienes enfrentaron obstáculos reales, pero en lugar de justificarse, buscaron soluciones y avanzaron.
El autor recalca que todas las personas que han alcanzado éxito verdadero tienen algo en común: un plan y un método. No improvisan su vida. Piensan y actúan estratégicamente.
Recomienda verse a uno mismo como un científico en su laboratorio, siendo ese laboratorio todo lo que nos rodea: las personas, las situaciones, las oportunidades y hasta los fracasos. La clave es observar para aprender, estudiar a la gente y descubrir cuáles son las actitudes y hábitos que conducen al éxito.
Se cuenta que al gran científico Einstein le preguntaron una vez cuántos pies hay en una milla. Einstein respondió: ‘No lo sé. ¿Por qué habría de llenar mi cerebro con datos que puedo encontrar en dos minutos en cualquier libro de referencia?. Por lo tanto estar bien preparado no es equivalente a saberlo todo sino en enfocarnos en nuestras fortalezas para generar riqueza con ellas.
Según el autor, para superar la excusitis de preparación hay que:
1. Nunca subestimarse ni sobreestimar a otros → Reconocer que la inteligencia no es algo fijo ni exclusivo de unos pocos.
2. Recordar que lo importante es cómo usa uno su inteligencia, no cuántos datos conoce.
3. Adoptar una actitud optimista → Un optimista con inteligencia promedio puede superar a un genio pesimista.
4. Confiar en la capacidad de aprender en el camino → No esperar a “saberlo todo” antes de empezar.
5. Seguir preparándose constantemente → Leer, observar, hacer cursos y aprender de la experiencia diaria.
6. Evitar el complejo de inferioridad intelectual → El autor dice que no hay que pensar “no puedo porque otros saben más”.
Schwartz resume que la clave está en acción + aprendizaje continuo, no en títulos o conocimientos enciclopédicos. Por eso usa el ejemplo de Einstein, que no se preocupaba por memorizar datos, sino por saber dónde encontrarlos.
La soledad como motor de la grandeza


Schwartz nos enseña que la soledad no es un vacío, sino un espacio poderoso para la creatividad y el pensamiento ambicioso. Grandes innovadores como Thomas Edison, Henry Ford y Albert Einstein aprovecharon esos momentos a solas para concentrarse profundamente y dejar que sus ideas revolucionarias tomaran forma. Edison, en su laboratorio, experimentaba sin distracciones hasta dar con inventos que cambiaron el mundo; Ford reflexionaba en solitario sobre cómo hacer los autos accesibles para todos, transformando la industria; y Einstein dedicaba tiempo a pensar profundamente para crear teorías que redefinieron la física. Estos ejemplos muestran que el estar solo es una herramienta valiosa para pensar en grande y lograr lo extraordinario.
Moisés, con frecuencia estaba solo. Así fueron Jesús, Buda, Confucio, Mahoma, Gandhi… todos ellos sobresalientes líderes religiosos... pasaron mucho tiempo en la soledad alejados de las distracciones de la vida.También se menciona que líderes políticos como Roosevelt o Truman también recorrieron períodos de soledad reflexiva que contribuyeron a sus capacidades de liderazgo.
Cuando la trampa se vuelve costumbre: la peligrosa excusa de ‘todos lo hacen‘
En el libro, el autor menciona un caso de un alumno llamado Pool, que fue acusado de hacer trampa en un examen. El profesor no lo había visto hacer trampa, pero lo consideró culpable debido a su actitud delatadora y sospechosa. Cuando se le preguntó al profesor por qué no sancionaba a más estudiantes que habían hecho trampa, respondió que si tuviera que suspender a todos los que han hecho trampa, muchos funcionarios de la escuela serían destituidos y casi no quedaría nadie trabajando ahí.
Este pasaje se usa para ilustrar cómo las personas a menudo se excusan en las circunstancias o en la “normalidad” de una conducta incorrecta para evitar tomar medidas o responsabilidades. Es una excusa común que minimiza el problema basándose en la idea de que "si todos lo hacen, entonces no es tan grave" o "no hay mucho que hacer porque es muy generalizado".
Para romper la excusitis, Schwartz sugiere:
“Actúe con confianza. La confianza es contagiosa. Cuando actúa con confianza, la gente espera que usted tenga éxito y tiende a darle la oportunidad de probar su valía. Las personas inseguras y vacilantes se encuentran con más resistencia y menos apoyo. Piense con confianza y actúe con confianza. No deje que la duda lo detenga. Recuerde que muchas veces el éxito llega solo porque uno parece seguro de sí mismo y actúa con determinación.”


· Vístase para el éxito, podría leer Dress for Success.
· Hable con voz firme y segura para proyectar confianza.
· Siéntese al frente en reuniones y eventos para mostrar liderazgo.
· Camine con paso rápido y decidido, reflejando seguridad.
· Admire a los líderes, pero crea en su capacidad para igualarlos o superarles.
· Aléjese de la mediocridad y cultive la humildad, reconociendo los logros de otros sin buscar ser el centro.
· Mantenga contacto visual al hablar, ya que transmite sinceridad y seguridad.
· Trate a los demás con respeto y amabilidad, ofrezca elogios sinceros y reconozca errores con humildad para ganar aliados y amistades.
· Usted es importante → Valórate y cree que tienes algo valioso que aportar.
· Hacer más dinero con el servicio primero → El dinero es consecuencia de dar más valor a otros, no el objetivo inicial.
· Vuélvase más agradable → La simpatía y el trato amable abren más puertas que el talento aislado.
· Tome la iniciativa en cuanto a hacer amigos → No esperes, da el primer paso para conectar y construir relaciones.
· Piense positivamente → La actitud mental es combustible para la acción y el logro.
· Piense en grande aunque tenga inconvenientes y un revés → Los tropiezos son parte del camino, pero la visión grande te mantiene en movimiento.
· Seguir las 4 reglas del éxito según David J. Schwartz:
1. Piense con valentía → No limite sus metas por miedo o dudas; apunte más alto de lo que parece “realista”.
2. Utilice palabras y pensamientos grandes → Hablar y pensar en grande genera confianza en uno mismo y en los demás.
3. Vea lo que puede ser, no sólo lo que es → Enfóquese en posibilidades y mejoras, no en limitaciones actuales.
4. No se venda barato → Valore sus capacidades y busque oportunidades acordes a su potencial, no por debajo de él.
La riqueza y el éxito empiezan en tu mente: cuando creces por dentro, prosperas por fuera


Tanto en Los secretos de la mente millonaria como en La magia de pensar en grande se repite un principio fundamental: el éxito externo es el reflejo del desarrollo interno. Eker lo explica desde la perspectiva financiera, señalando que tu nivel de riqueza depende del patrón mental que tengas sobre el dinero y que este debe ser reprogramado para florecer. Schwartz, por su parte, amplía la idea hacia todas las áreas de la vida, sosteniendo que la magnitud de tus logros está limitada por el tamaño de tus pensamientos.
Mientras Eker se enfoca en nutrir las “raíces” de la mentalidad financiera para que los frutos económicos aparezcan, Schwartz impulsa a expandir la visión personal y a actuar con fe en grande, entendiendo que la mente tiende a encontrar soluciones acordes al tamaño de los objetivos que se fija. En ambos casos, el mensaje es claro: para obtener más, primero hay que crecer por dentro.


«¡Tus ingresos pueden crecer únicamente hasta donde crezcas tú!»
BIBLIOGRAFÍA:
Schwartz, D. J. (1987). La magia de pensar en grande. México: Editorial Diana.
Eker, T. H. (2005). Los secretos de la mente millonaria. Barcelona: Ediciones Urano.
